Para 1972 cursé el sexto de magisterio, con las responsabilidades que el colegio asignaba a este grado en cuanto a vigilar la disciplina, apoyar en la realización de las competencias de atletismo, el desfile del 14 y 15 de septiembre, coordinar el paso de las procesiones en semana santa, controlar la asistencia de todos los alumnos del colegio a la misa de los domingos, apoyar en la realización de las misas (servir de coordinador de acólitos, ayudante del vestir del sacerdote, etc.) y de todas las actividades extra-aulas en que el colegio participara, tareas que se distribuían entre los alumnos de sexto magisterio.
Pero había una responsabilidad bastante puntual y de ejecución continua que consistía en la publicación de un periódico estudiantil, cuya emisión debía hacerse mensualmente, y para la cual se designó una directiva integrada por varios alumnos, y de la que me toco ser el tesorero de ese periódico, cuya principal misión era poder conseguir fondos a través de la venta de anuncios que permitieran cubrir los costos de impresión y distribución del periódico.
Lo de ser tesorero fue interesante y presentaba un reto pues había que visitar empresas, negocios, etc., que si bien eran sugeridos por el colegio, había que estar visitándolos para la aprobación de los anuncios, el pago de tales anuncios, así como estar negociando con la imprenta el precio de cada periódico pues variaba la cantidad de hojas, el número de colores usados, la cantidad de fotos que se incluían, etc., que demandaba mucha atención, tiempo, y control financiero para salir cada mes por lo menos “a tablas” con ello.
El primer ejemplar debía salir editado en el mes de enero, por lo que casi de inmediato al iniciar las clases de este año, hubo que ponerse a trabajar en ello…buscando no solo definir su contenido sino también a la imprenta para que se materializara su edición, lo cual me conllevo peripecias que nunca antes había hecho, como el tener que suscribir compromisos de deuda, ya que para ese primer ejemplar no se contaba con dinero, sino solo con los ofrecimientos de pago por anuncios a futuro.
No sé si en los actuales tiempos se lograría, pero creo que por aquellos años, las personas eran más confiadas en la palabra, aun y cuando fuera la de un menor de edad, para respaldar compromisos económicos, porque fue así como logre que una imprenta aceptara realizar el trabajo, mostrando solo un listado de los posibles anuncios y sus valores, porque como explique al propietario de la imprenta, el periódico seria de distribución gratuita.
Para mí la experiencia me permitió no solo mejorar en la comprensión de las ciencias contables, sino también adentrarme en las labores litográficas del caso, pues me abocaba a la imprenta por lo menos una vez a la semana para dar seguimiento al proceso linotípico, y aprender sobre simbología, linotipos, tintas, papeles y cartones, etc.
Pero hubo algo que no esperaba que con el tiempo me ha servido, que si bien inicio como un juego de destreza visual, luego con los años se tornó en una cierta ventaja, y fue el aprender a leer textos expuestos de cabeza, pues las letras usadas en la imprenta son así, al revés de las normales, y aun hoy suelo jugar leyendo textos colocados sobre una mesa, de cabeza a mi línea visual, como cuando estoy sentado frente a alguna persona, que escribe en su escritorio, y que para mí lo que escribe lo visualizo de cabeza pero lo leo con facilidad.
El periódico se publicó de enero a octubre, totalizando 10 ejemplares, en un tiraje de 1000 unidades cada una, que fueron distribuidos a todos los anunciantes, a otros establecimientos educativos, a la Hemeroteca Nacional, al Ministerio de Educación, a la Casa Parroquial del Colegio, a la Nunciatura Católica, y a la Oficina del Arzobispo Metropolitano.
El periódico como tal alcanzo el meritorio reconocimiento de “Decano de la Prensa Escolar”, y pude cerrar la contabilidad en noviembre 1972 sin dejar deudas pendientes, guardando en casa un par de ejemplares de cada tiraje como recuerdo de mi primera experiencia comercial, que debo mencionar fue como un pivote en la administración de mis recursos para el resto de mi vida.